Llaman a la puerta

El otro día me dispuse a hacer una simulación de prueba académica, para lo cual quité de la mesa todos los apuntes y sólo se encontraba en ella papel, bolígrafo, calculadora científica y el ordenador que me plantearía las preguntas y el tiempo del que disponía.

Justo cuando le di al botón de empezar la simulación y el tiempo comenzó a descontar llamaron a la puerta.

– Vaya, desde luego no se puede ser más inoportuno. No voy a contestar, si no se me va a pasar el tiempo y no voy a ser capaz de responder a todas las preguntas.

Pero nada, vuelven a tocar con igual insistencia.

– ¿Se habrá caído alguna prenda de las plantas superiores del edificio? Puede que se trate de una prenda de la suerte y tengan que ir a una entrevista… si es eso y va con nervios por no llevar un amuleto no estaré tranquilo yo. ¿Pero por una prenda se van a poner así?

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Vuelven a llamar.

– Parece que debe ser importante. Si no escuchan nada deberían haberse ido, pensando que no hay nadie en la casa… Voy a abrir ya que estoy perdiendo más tiempo en esto que en lo que tengo que hacer y el tiempo pasa.

Me dirijo a la puerta y la abro sólo un poco, nunca se sabe con quién te puedes encontrar. Al abrirla me encuentro a una pareja compuesta por dos mujeres de unos cuarenta y pocos de edad. La verdad es que me hizo recordad tiempos de mi infancia en la que Los Testigos de Jehová llamaban una y otra vez a la puerta de todas las casas de personas que conocía. Sin miedo a equivocarme me aventuré a apostar a que eran dos miembros de ellos. Por otro lado, recuerdo que cuando era pequeño había una crisis tremenda al igual que hoy día, y los momentos de crisis profunda son muy propicios para este tipo de movimientos.

– Buenas tardes, en que puedo ayudarles. – Les pregunté con ganas de terminar rápido con la tan turbadora visita.

– Hola, venimos repartiendo este folleto que puede ayudarte. ¿Has pensado si en un futuro la situación actual mejorará… o por el contrario empeorará?

Debo decir que me desconcertó muchísimo. El tiempo para la prueba estaba pasando sin que yo hubiera leído ni tan siquiera un enunciado. Me viene con estas preguntas tan ambiguas, simples y que sólo tienen el objetivo de otear el terreno, cual cazador, para ver si es un posible objetivo.

– ¿Qué quiere que le diga? Depende de quien sea el que conteste puede ser que mejore o empeore. Si soy del banco en el que todas las leyes van, están yendo e irán a su favor… mejorará pero si soy una persona real que tengo suerte de trabajar y crear riqueza real… puede que empeore.

Vamos a ver, seamos serio, esa pregunta tiene miga pero no es para ponerse a hablar de ello ya que lo primero que te sueltan es que si dios para arriba y dios para abajo. Cuando le planteas una duda de la que no saben salir, y esto es sin distinción de grupo religioso, te vienen con el concepto de la fe, al Cesar lo que es del Cesar y cosas por el estilo para zanjar de un plumazo cualquier tema que les haga tambalear. La verdad es que pensé en ese breve minuto que tuve la puerta abierta, sobre que decirles y si merecía la pena. Le digo que pienso y he pensado en el tema de dios. ¿Pero cuál dios, el que inteligentemente Descartes mención como ese dios de la razón alejado del de la fe? Más que nada para evitar que lo cocinaran vivo. ¡Qué tiempos aquellos! Ahora se hace lo mismo pero no de forma tan… ¿cruel? Bueno, la crueldad sigue pero se es más sutil. Se te hunde socialmente o aleja de los grupos a los que pertenecías por hacerte preguntas que los demás no se hacen. ¿Le hablo de que yo también hago esa distinción entre dioses? Uno que me hace plantear primero su existencia y si existiera, sobre su interés por él mismo o interés de él por mí o por si le importa algo que yo crea o no en su existencia. ¿Le planteo que luego está el que uno siente, sí en esos momentos en los que pasa algo que te supera y sientes la necesidad de tener un apoyo? Ese dios que conforta aunque sabes que es muy probable que no exista. Si existe debe entender que lo cuestione, si no existe es más que sensato saber que no merece la pena preocuparse si se molestará por cuestionarlo. Vamos, que tomo la parte de la metafísica que necesito para reconfortarme, sin darle más vueltas sobre si existe o no. He hablado con muchos y dicen que eso es fe, claro y si le pones la letra C y A antes de eso tienes algo que tomas en momentos duros y te planteas lo de la fe… Por si no queda claro, en esos momentos te tomas un café o te da por fumar (el que lo hace) y se pone a hablar de esto ya que le alivia creer en una figura paternal que proteja. Aunque mirándolo bien, no termina de ser muy seria ni madura esa postura.

Así que no sabía si merecía la pena hablar. Ya en los ochenta, cuando venían estos grupos a la casa te hablaban de la venida del mesías, como si yo con esa edad supiera realmente lo que eso significaba. También hablaban del paraíso en el que el hombre viviría entre las fieras sin que corrieran peligro por su vida. ¿Pero no están todos muertos cuando van allí, como van a tener hambre? Esa pregunta hizo dibujar una sonrisa condescendiente en aquella época.

Vamos a ver, no sé si hay más allá, desde luego la situación actual está dejando claro que no hay más acá. Todavía no ha llegado el momento de irse, ojo que es una forma metafórica de hablar. Si uno se muere no sé si aparece en otro sitio, si se ve así mismo, si viaja a la velocidad del pensamiento y todas y cada una de las ilusiones planteadas y expuestas por películas y cuentos. Ante tal duda no es más que si uno se presentara antes un gran abismo. Si no lo hay, que menos que hacer lo que se debe hacer en esta vida para que nuestros hijos vivan un poco mejor que nosotros antes de cerrar los ojos y se apague el sistema. Eso nos obliga a pensar más en los demás y mejorar la situación de todos, colaborando. Con el egoísmo y avaricia sólo empeoramos la situación y la situación actual es buena muestra de ello.

Si existe una vida más allá de la muerte, ¿es correcto que tengas que portarte bien en esta para poder vivir mejor en la otra? Eso es egoísmo puro y duro, es decir, que la ayuda que se presta a otra persona no es por el bien de esas personas y la satisfacción de mejorar el panorama para las generaciones venideras sino que es más para ganarse un puesto en ese cielo en el que las fieras no te comen y paseas entre manzanos en pelota picada. Perplejo me quedo con esa idea egoísta e infantil.

Para que haya una continuación de la vida tendría que haber algo en nosotros que nos haga transitar de un lado a “otro lado”. Para eso se debe suponer que existe un algo que se mantiene, que trasciende. Me decían de pequeño que era como estar en un coche y pasabas de uno a otro cuando éste se estropeaba. Pues bien, ¿eso no se llama reencarnación? ¡Para qué se me ocurrió hacer esa pregunta! Y más cuando estaba en esos grupo de religión de la iglesia. Me costó que me fuera de ellos y tranquilo que lo hice desde luego. Esa comparación con los coches me hacía pensar que uno puede pasar de un habitáculo a otro, ¿qué te hacía pasar sólo al de personas y no al de animales? No lo sé pero no me vengáis con que en animales, insectos o plantas no hay espacio para que quepa eso que trasciende. Tan chorrada me suena una cosa como otra, pero si es posible, debe ser posible todo o no lo es nada. Puestos a pensar y llevados a la situación actual. Si podemos pasar de un lado a otro, y obligatoriamente debe ser a «lugares»en los que nos podemos desarrollar y mejorar como personas… tendría que ser sólo en seres pensantes. ¿Que impediría ser el alma (por llamarlo de alguna forma) de un delfín, de un sistema de inteligencia artificial o de un robot en un futuro? ¿No dicen que el alma es energía?

En ese momento me di cuenta que las divagaciones sólo conducían a una imaginación desenfrenada por la enorme cantidad de posibilidades disponibles ya que no hay nada que las acote y que poco podía ayudarlas (su objetivo es claro y definido) o ayudarme. Llevaba ya un minuto y medio y el examen iba pasando, con lo que opté a decirles amablemente que debía cerrar ya que estaba ocupado.

– Bien, nosotras venimos por aquí muchas veces, si necesitas hablar nos pasaremos en otra ocasión. ¿Te gustaría quedarte este folleto? Podría ayudarte.

Así que nada, por no hacer un feo lo tomé y lo leí por encima tras el examen simulado.

Me hace plantearme en que hacen dos persona dando tumbos por las casas. ¿Quizás van de caza sin saberlo? Pero lo cierto es que hay mucha desesperación y desilusión en el día a día y hay muchas personas que con sólo hablar se sienten mejor. Muchas personas que se sienten derrotadas no quieren o no saben pedir auxilio ¿Hacemos algo para aliviar a los de nuestro entorno? ¿Qué hacen las religiones, filosofías o qué se yo… las tendencias oficiales para apaciguar, aplacar, paliar, mitigar el sentimiento de soledad que sienten muchos? Parece que nada ya que hoy mismo tengo que escuchar que el Gobierno argumenta que la ley antideshaucios de la Junta de Andalucía ataca a los bancos, los desestabiliza y sube la prima de riesgo.

Y mientras hay familias, esas familias que están angustiadas y sin recursos que ven que son atacados, desestabilizados y su prima de riesgo ya subió al cielo, estando ellos en vida. ¿Muertos en vida? Nadie confía en ellos, nadie les da crédito y son los que realmente creaban riqueza. Riqueza que fue robada por los que crearon la crisis y tienen ahora su dinero. ¿Qué vida es la que tenemos, la que estamos dejando, son estos fieles o hieles, tan creyentes ellos (señores del gobierno), los que olvidan a su prójimo en favor de unos bancos? ¿Por qué no actúan según sus supuestas creencias cristianas? Aunque sea sólo por el egoísmo de alcanzar el cielo. Aunque igual se encuentran con la prima de riesgo de tantas y tantas familias que ellos han hundido y les hace recapacitar pero ya sería demasiado tarde. Nadie ha vuelto para contarnos qué es lo que hay en el otro lado. ¿Volverían ellos para solucionar lo que han hecho o las fieras del paraíso se los devorarían?

¿Han llamado alguna vez a tu puerta?

4 respuestas a “Llaman a la puerta”

  1. Me ha encantado tu reflexión. Enhorabuena

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    1. Muchas gracias por tu tiempo, comentario y difusión. Un abrazo

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  2. Siempre que estoy en tu situación y suena la puerta pienso «El Cuervo» de Poe.

    «Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
    mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
    inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
    cabeceando, casi dormido,
    oyóse de súbito un leve golpe,
    como si suavemente tocaran,
    tocaran a la puerta de mi cuarto.
    «Es -dije musitando- un visitante
    tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
    Eso es todo, y nada más.» …

    Y realmente ante visitas tan inquietantes como la tuya, yo hubiera preferido la visita del cuervo aleteando por la ventana de mi habitación y aunque al final me dijera aquello de ¡Never more!.

    Magnifica entrada. Un abrazo

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    1. Muchas gracias Juan, sólo un poco de buena literatura y te quedas maravillado.

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