El tiempo huye, el tiempo vuela, el tiempo no para, el tiempo se escapa, el tiempo no vuelve. No hay tiempo ni para que pase ni el tiempo. El tiempo, dicen que es una invención pero acaba con nuestra vida actual. Morimos por una invención pues.
La verdad es que me cuesta mucho comprender a los que dicen que se aburren. Desde pequeño escucho esa frase:
«Sólo se aburren los tontos»
El aburrimiento, puede ser un momento para plantearse las cosas, ayuda a despertar, a darte cuenta que debes aprovechar el tiempo aunque sea para descansar. Para el buen descanso, para el buen vivir. Del aburrimiento surgen las prisas, las buenas prisas, por darse cuenta del tiempo perdido, y el tiempo perdido, perdido está.
Como digo, el aburrimiento puede ayudar y sólo los tontos se aburren en él. Ese aburrimiento que conlleva la monotonía sólo sirve para que puedas despertar, abrir los ojos a la verdadera realidad. La vida te habla constantemente. En ocasiones te grita y no te enteras por estar inmerso en la comodidad del aburrimiento. Hay que se instala en la monotonía de una vida aburrida, esa de la que puede salir algo impresionante pero no es así. Se aburren, se agobian y culpan de su aburrimiento interior a agentes externos. Y eso les hace buscar prisas, sensaciones externas que le ayuden a combatir ese aburrimiento interior.
Pero ojo que no hay que acomodarse en las prisas, en las malas prisas, que te terminará matando. La exigencia absurda de las prisas por las prisas sin saber de dónde vienes y a dónde vas no tiene sentido, al menos para mí. Esas prisas por no llegar tarde a perder tiempo del resto de tu vida me es incomprensible.
Me voy, me voy que no me da tiempo y ya mismo son las cinco.
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